Tyler Yim, un joven de veintiún años que sueña con irse de Hong Kong,
trabaja, con el propósito de juntar dinero para poder viajar, para el Tío Ji
integrando un peculiar grupo abocado a tareas de seguridad. Un día, al
terminar un trabajo en un aeropuerto, encuentra un folleto turístico de una
playa llamada Aracaju, “en Sudamérica” dice su voice over, que se le aparece
como un espacio donde la vida es fácil y el tiempo siempre bueno. Por un
violento corte directo el espectador se enfrenta a una calle oscura, barrida
por el viento, por la que avanza un camión militar, donde, en castellano
desde la banda sonora, una voz anuncia un mal parte meteorológico. Es muy
difícil, al menos en una primera visión, eludir el desconcierto que provoca
el salto. ¿Adónde se ha trasladado la acción? ¿Qué conexión existe entre lo
visto hasta ahora y este nuevo escenario que implica, posiblemente, otro
continente, otro país y otro idioma? Los planos que siguen, que narran un
violento enfrentamiento armado por una importante suma de dinero, permiten
sospechar, por el acento de las voces, que estamos en un México, lo que se
confirmará más adelante, diseñado por un director artístico al despertar de
una pesadilla, después de haber visto, uno tras otro, los admirables
melodramas que Don Luis Buñuel realizara en ese país. La duda planteada por
la segunda pregunta subsistirá todavía durante un tiempo de metraje.
Este tipo de sobresalto, calculado, es una constante que recorre todo el film
del vietnamita Tsui Hark. Ya sea logrado a través de inesperados flash-backs,
vehiculizados a veces por un personaje y otras por el narrador, de imágenes
mentales de alguno de los protagonistas y de algún que otro flash-forward, a
lo que se suma el desasosiego que provoca la deliberada ausencia del ‘plano
de establecimiento’ que siempre ayuda a ubicar en el espacio. En un segundo
enfrentamiento con el film, por lo menos esa es mi experiencia personal,
puede llegar a armarse la historia, vaya a saber si enteramente: ¿cómo
funciona dentro del todo el episodio de la supuestamente asediada Srta. Ma?
Lo grave es que tantas estrategias narrativas mezcladas, algunas saqueadas de
la vanguardia cinematográfica pero otras del cine más clásico, no parecen
obedecer a un propósito, salvo que se entienda como tal el de obligar a ver
la película nuevamente, a lo mejor para que se adviertan aún más las
múltiples apariciones de una cierta marca internacional de cigarrillos cuya
publicidad -¡oh,casualidad!- suele estar asociada a los deportes de aventura.
Claro está que hay films, como Vértigo (Alfred Hitchcock, 1958) o Muriel
(Alain Resnais, 1963) que al revisarlos nunca dejan de proporcionar sorpresas
mientras que una vez que se puede inteligir aquello que narra, Contra la
corriente aparece tan trivial como para no justificar ningún esfuerzo.
Pero, quizás, no sea éste el abordaje correcto y, en su lugar, haya que
detenerse en la semejanza entre este largometraje de Hark con cualquier
película pornográfica. Si en ístas los encuentros sexuales son dilatados
temporalmente, más allá de lo que las situaciones exigen para ser entendidas,
intentando conseguir un orgasmo de cada uno de los espectadores, algo similar
ocurre con las secuencias de acción de Contra la corriente, extendidas hasta
el delirio para provocar algún tipo de sensación adrenalínica, a la manera de
la que asalta a los niños en el recorrido por el túnel del tren fantasma. Al
momento de filmar los enfrentamientos, que ocupan las tres cuartas partes del
metraje, Hark saca a luz una batería de recursos muy amplia y estrictamente
cinematográfica, pero parece tan grande su necesidad de poner en evidencia su
sapiencia en la materia que aquello que bien comienza pierde interés por su
exceso, como si en esta su primera película en China después de dos fallidas
experiencias estadounidenses protagonizadas por Jean Claude Van Damme -La
colonia (1997) y Knock off (1998)-, quisiera dar rienda suelta a todo el
salvajismo visceral que debió refrenar en el reprimido Hollywood. En sus
comienzos, secuencias como la de la fiesta de cumpleaños de Mr. Hong, donde
alcanza climas oníricos, o el múltiple asedio al departamento de Jack, son
brillantes. Cuando en la interminable lucha final en la estación de trenes de
Kowloon incluye, además, el nacimiento del hijo de Ah Hui entre disparos, patadas,
caídas, golpes de puño y acrobacias varias, todo minuciosamente
coreografiado, parece un exceso del que se avergonzaría hasta un desmelenado
como Ken Russell, lo que no es poco decir.
Los exégetas y panegiristas -que los hay y muchos- de la producción
industrial de Hong Kong, dentro de la cual suelen ubicar a Tsui Hark como uno
de sus directores más importantes, sostienen, por ejemplo, que “(...)se trata
de un cine esencialmente popular y no de un fenómeno limitado al consumo de
un grupo de exquisitos”. Las estrategias narrativas que acá se implementan y
los múltiples signos de autoría que se proponen -preeminencia obsesiva de los
movimientos de cámara sobre los actores, voice over del protagonista a cargo
del realizador, también guionista- ponen en cuestión la citada afirmación, a
menos que, como sostiene Roger Odin, haya terminado la usual estructura
terciaria de película, narración y espectador para dar lugar a un nuevo
consumidor menos alerta a las historias que a la descarga energética del
flujo de música e imágenes. Es decir, que se haya abandonado la comunicación
para dar lugar a la comunión. Si esto fuera así, podríamos convenir en que el
cinematógrafo (y empleo deliberadamente la palabra en el sentido bressoniano)
ha desaparecido.
Ficha
técnica:
Contra
la corriente (Shunliu niliu / Time and Tide)
China (Hong Kong), 2000.
Cantonés, mandarín, castellano e inglés, color, 113m.
Dirección: Tsui Hark.
Intírpretes: Nicholas Tse (Tyler Yim), Wu Bai (Jack), Candy Lo (Ah Hui),
Cathy Tsui (Ah Jo), Anthony Wong Chau-Sang (Tío Ji), Couto Remotigue Jr.
(Miguel Joventino) y Hark Tsui (voz del narrador).
Guión: Koan Hui y Tsui Hark.
Fotografía: Chiu-Lam Ko, Herman Yau.
Montaje: Marco Mak.
Música original: Tommy Wai.
Sonido: Martin Richard Chappell, May Mok.
Coordinador de dobles: Xin Xin Xiong.
Productor: Tsui Hark.
Co-productor: Nansun Shi.
Compañías productoras: Columbia Pictures Film Prods. Asia presentation, Film
Workshop.
Editó en video en Argentina: LK-Tel.
EMILIO
TOIBERO.
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