“El escándalo del contradecirme,
del estar
contigo y contra ti; contigo en la
luz,contra ti en las oscuras entrañas”
Del poema Las cenizas de Gramsci, de Pier Paolo Pasolini.
“Sólo importa el amar, el conocer,
no el haber amado,no el haber conocido”
Del poema El llanto de la excavadora, de Pier Paolo Pasolini.
Para Ioni Katz y Tomás Parenti,
que nunca oyeron hablar de Pasolini
Primera introducción: algunos datos
indispensables
Pier
Paolo Pasolini nace en Bolonia, “la ciudad de los arcos”, el 5 de marzo de
1922. Su padre, Carlo Alberto Pasolini, descendía de los condes Pasolini
dall’Onda, y su madre, Susana Colussi, era maestra elemental; habían contraído
matrimonio el 21 de diciembre de 1921. A causa de la carrera militar del padre,
la familia se traslada en 1923 a Parma, al año siguiente a Conegliano y en 1925
a Belluno, donde, en octubre de ese año, nace Guido Alberto, el segundo hijo.
Hasta empezar la escuela secundaria, Pier Paolo acompañará a su familia a Idria,
Udine, Sacile y Cremona, entre otras localidades, incluido un año en la casa de
su familia materna en Casarsa (Friuli), donde aprende el dialecto con el que
escribirá sus primeros
libros.
En
1939 ingresa a la Facultad de Letras en Bolonia. Al tiempo que es un lector
compulsivo, frecuenta un cine-club, donde tomará contacto con la obra de
autores que siempre admiraría: Chaplin y Murnau, e incluso tiene tiempo para
ser el capitán del equipo de fútbol de su facultad.. En 1941 su padre es
enviado a la guerra en África Oriental, donde los ingleses lo hacen prisionero
hasta 1945. Con su madre y su hermano se radica en Casarsa en 1942; a fines de
julio aparece su primer libro Poesie
a Casarsa, con poemas dialectales.
En 1945, Guido Pasolini y algunos compañeros del Partido de la Acción -un grupo de la resistencia antifascista integrado por monárquicos, católicos y liberales- son asesinados, en
Venecia
Giulia, por guerrilleros comunistas aliados con partisanos yugoslavos, que
respaldan la anexión de esa zona a Yugoslavia. En ese mismo año, Pier Paolo
funda la Academiura de Lengua
Furlana, un centro de estudios sobre la
lengua y la cultura de la región; traduce al friulano poemas de Woodsworth,
Verlaine y Juan Ramón Jiménez; se gradúa en la universidad con una tesis sobre
Giovanni Pascoli y comienza a trabajar, como Profesor en Letras, en un colegio
secundario cercano a Casarsa. Dos años más tarde se afilia al Partido Comunista
Italiano y rápidamente sus actos y sus palabras encuentran eco en los
campesinos de la zona. El partido, entonces, lo caracteriza como un militante
ejemplar.
El
22 de octubre de 1949 es denunciado por corrupción de menores y actos obscenos
en lugar público. Una vecina de Casarsa afirmó haberlo visto, el 30 de
septiembre en la feria de Ramuscello, junto a su primo Nico Naldini,
practicandose masturbaciones recíprocas con tres jóvenes. El 28 los diarios
publican la noticia y un día después l’Unita, el diario oficial del PCI, anuncia su expulsión del
partido: igualmente permanecerá cercano a él durante el resto de su vida y
jamás abjurará de su condición de marxista. Escapando de Casarsa, toma el
primer tren para Roma, junto a su madre, a las cinco de la mañana del 28 de
enero de 1950. Sin trabajo fijo, debe sobrevivir como extra cinematográfico y,
ocasionalmente, corrector de pruebas en un diario. Su madre se emplea como
doméstica. En el mes de diciembre es condenado a tres meses de prisión
condicional por actos obscenos. Éste es el primero de los treinta y tres procedimientos
judiciales que se llevaron a cabo contra Pasolini.
En
1954 inicia su carrera de guionista cinematográfico, escribiendo, junto a
Giorgio Bassani, el guión de La
donna del fiume, de Mario Soldati. En junio
aparece La meglio gioventù, segundo libro de Pasolini -que incluye los poemas del
primeros y otros textos, en versiones bilingües por el que obtiene el Premio
Carducci. Al año siguiente publica la novela Ragazzi
di vita, que introduce el lenguaje del
subproletariado romano en la literatura italiana. Se la denuncia por pornografía
ante los tribunales de Milán.
La
rebelión húngara de 1956 y la crisis del marxismo a la que da lugar disparan
polémicas en diversas publicaciones de izquierda. Pasolini prodiga sin cesar
intervenciones al respecto. El 6 de junio del año siguiente aparece su libro de
poemas Le cenere di Gramsci, por el que obtiene el premio Viareggio, compartido con
Sandro Penna y Alberto Mondadori.
En
1958 escribe un primer guión íntegramente suyo para La notte brava, de Mauro Bolognini. En junio aparece otro libro de
poemas, escritos entre 1943 y 1949 en italiano: L’usignolo della Chiesa
Católica. El 19 de diciembre muere de
cirrosis hepática, en Roma, su padre. A fines de mayo de 1959 publica una nueva
novela: Una vita violenta.
En
mayo de 1961 aparece el libro de poemas La
religione del mio tempo e
inmediatamente después Pasolini dirige su opera
prima: Accattone. En 1962 ven la luz Il
sogno di una cosa, novela, y Mamma Roma, su segundo largometraje. En el mismo año, durante la
filmación de La ricotta conoce a Ninetto Davoli, quien sería uno de sus actores
fetiches, el otro es Franco Citti, y su amante y pareja durante poco más de
diez años, y realiza la primera parte del filme de montaje La rabbia.
En
1963 se estrena La ricotta, como uno de los episodios de Rogopag (los otros son de Rossellini, Godard y Gregoretti).
Inmediatamente es secuestrada “por vilipendio a la religión del Estado”. En
poco tiempo realiza el filme-encuesta Comizi
d’amore que interroga la sexualidad de los
italianos.
En
1964 aparece Poesia in forma de rosa y estrena en el Festival de Venecia Il vangelo secondo Matteo, que obtiene el Premio Especial del Jurado y el Premio
de la Oficina Católica Internacional de Cine. El León de Oro fue para Il deserto rosso, de Michelangelo Antonioni.
En
mayo de 1966 estrena Uccelacci e uccelini, sin éxito ni de público ni de crítica. Visita Nueva
York, donde conoce a Allen Ginsberg, y a su regreso escandaliza a la izquierda
italiana afirmando que el verdadero momento revolucionario está sucediendo en
Estados Unidos de América. En noviembre filma La
Terra vista dalla Luna,
episodio para el filme Le
streghe.
Al
año siguiente aparece su primer texto teatral: Pilade y filma Che
cose sono le nuvole? E Il
fiore de carta, episodios incluidos en Capriccio all’ italiana y Vangelo
’70, respectivamente. Estrena el largometraje Edipo Re en el Festival de Venecia.
En
1968 aparece la novela Teorema, que luego Pasolini convierte en filme que estrena, nuevamente,
en Venecia donde obtiene el premio a la mejor interpretación (para su amiga Laura
Betti) y, otra vez, el de la Oficina Católica Internacional de Cine, que es
rápidamente objetado por la jerarquía de la iglesia a través de un artículo
publicado en L’Osservatore Romano. En el mismo festival asimismo presenta el documental Appunti per un film sull’India. Un mes antes de que el año termine pone en escena en
Milán su obra Orgia.
En
1969 realiza el documental Appunti
per un’Orestiade africana;
pone es escena en Taormina su obra Pilade; filma y estrena Porcile, ferozmente repudiada por crítica y público y rueda Medea, que será estrenada mundialmente en el Festival de Mar
del Plata, Argentina, en febrero del año siguiente, con escaso suceso de
crítica y público.
En
1970 realiza Decameron, el documental Appunti
per un romanzo dell’inmondezza y
publica una obra de teatro: Bestia
da stile. En 1971 aparece Trasumanare e organizzare, poemas y filma en Inglaterra I racconti di Canterbury, que, en el Festival de Berlín de 1972 obtendrá el
premio máximo: el Oso de Oro. En 1973, en diversos lugares del por entonces
llamado Tercer Mundo, filma Il
fiore delle mille e une notte,
cerrando así la llamada Trilogía
de la vida, y publica la obra teatral en
verso Calderon, sugerida por La
vida es sueño. En 1975, filma la que sería su obra
póstuma Salo o le 120 giornate di Sodoma, parte inicial de una proyectada Trilogía de la muerte, y publica La
divina mimesis, suerte de reescritura de La divina comedia.
El
1° de noviembre de 1975 -Día de Todos los Santos para la liturgia católica- se
levanta tarde, como lo hace habitualmente, y desayuna con su madre, con la que
vivía. A la noche va a comer a un restaurante junto a Ninetto Davoli, su esposa
y su hijo. En la mañana del 2 de noviembre -Día de Todos los Muertos para la
liturgia católica- se descubre su cadáver, ferozmente golpeado, en el balneario
de Ostia, cercano a Roma. Giuseppe Pelosi, un taxi boy de 17 años con un
aspecto muy parecido a Ninetto Davoli, se confiesa culpable y alega haberlo
hecho en defensa propia. Oriana Fallacci, Laura Betti y Bernardo Bertolucci,
entre muchos otros, sostienen que Pelosi no pudo cometer solo el asesinato.
Segunda introducción
En
el número 14-15, correspondiente a julio de 1963, la revista argentina “Tiempo
de Cine”, una leyenda ahora, publica una reseña de Accattone, llamada Accattone
o la miseria estética. La firma Agustín Mahieu, por
aquel entonces un paradigma de crítico cinematográfico de izquierdas, y
comienza así: ”Pier Paolo Pasolini es muy conocido como poeta, guionista (especialmente
de Bolognini) y por sus relaciones algo equívocas con el mundo del bajo fondo romano.”
El último párrafo de dicha reseña es éste: “Para reflejar el auténtico infierno de los seres miserables que pinta: su desesperación
inconsciente, su vitalidad rudimentaria, su inmoralidad por vacío, hubiera hecho falta una participación auténtica en su
tragedia y no este decorativo y presuntuoso regodeo místico-miserabilista. Como
ha dicho un crítico francés, ‘un
fois de plus, les vraies putains ne sont pas sur l’ecran, mais derriere la
caméra’. Y perdonen que no traduzca.”
A
pocos días del asesinato de Pasolini, otra leyenda: el semanario, argentino y
peronista, El Caudillo -dejo a la suspicacia del lector la identidad de quien,
o quienes, eran aludidos en el título de la revista- da cuenta del hecho en una
nota titulada La muerte de un maricón.
Comienza
así: “El otro día lo mataron a palos al director de cine Pier Paolo Pasolini,
un comunista que había logrado convertirse en asalariado de la ‘intelligentzia’
liberal, la que no duda en apoyar la difusión de su obra y, además, ponía todos
los medios a su alcance para la tarea de difundir las estupideces más o menos
ingeniosas que el ahora difunto derramaba por esas calles de Dios.” La
información concluía así: “(...) si se encuentra con algún Pasolini en el baño
de un cine o en una calle oscura, rómpale la cabeza, y después, si quiere,
pregúntele cuántas películas filmó.”
Como
puede advertirse, la izquierda y la derecha argentinas, lograban, en ocasiones
como las mencionadas, una rara unanimidad -más elegante en Mahieu, más brutal
en El Caudillo- a la hora de denostar ya no la obra de Pasolini, sino, y
sobre todo, su persona. Ese ser controversial, sistemáticamente contradictorio
y arrojado al debate público, que fue Pasolini impedía acercarse a su obra
-literaria, cinematográfica, teatral, pictórica, periodística- sin prejuicios.
Ahora que Meridiani Mondadori ha completado, en Italia, la edición de sus obras
completas que, según afirma Giovanni Rabone en el Corriere dela Sera, es “... un desfile de volúmenes cuya imponencia no
tiene parangón en el sector ‘segunda mitad del siglo XX’ de nuestra
biblioteca...”, pasado poco más de cuarto de siglo desde el crimen, ¿es posible
una mirada serena sobre su producción?
Conjeturo
que no. Tiendo a considerar la obra pasoliniana como un volcán que siempre puede
alcanzarnos con una nueva erupción para quemarnos con su lava ardiente. Y esto
no es una figura retórica, basta sólo con leer aquellos textos en los que
Pasolini anticipaba los cambios que iba a introducir el neo capitalismo en
nuestras vidas, para darnos cuenta de que aludía, como si hubiera sido un
artista vidente como el que reclamaba Rimbaud, a nuestro presente. La selección
de fragmentos realizados para esta selección no pretende agotar el pensamiento
de Pasolini -quizás tarea imposible- sino apenas dar cuenta de la diversidad de
sus intereses, de su deslumbrante inteligencia y de su generosidad.
En
un verano interminable, a principios de la década pasada, erraba, al azar, por
el verde Friuli intentando encontrar la sepultura de mi bisabuelo. Una tórrida
tarde estival entro al cementerio de Casarsa, tan parecido a los de las
colonias italianas de mi país. Ni bien traspaso la puerta, a la izquierda y
antes del sector de panteones, tropiezo con un cantero redondo donde se erguía
un árbol florecido rodeado por césped. Me acerco y, sobre la tierra húmeda, había
dos placas mortuorias: la de Pier Paolo y la de su madre, Susana. Alguien que
hubiera pasado por allí, distraído, podría haber llegado a creer que fueron
esposos. La conmoción fue tan profunda que sentí la necesidad de dejar allí una
vela prendida. El sucederse de los días la habrá apagado prontamente, pero
sigue ardiendo en mí y este abecedario es su resultado: un intento de “pasar el
testigo”, de incitar a leer y ver la obra de Pasolini.
20
de julio de 2003
[A]
Accattone (1961)
Los
personajes de Accattone eran todos ladrones, o chulos, o carteristas o gente que
vivía al día; se trataba, en definitiva, de una película sobre la mala vida.
Naturalmente, a su alrededor estaba también el mundo de la gente del arrabal,
implicada tal vez por complicidad en la mala vida, pero que, en definitiva,
trabajaba normalmente (por un salario miserable, como Sabino, el hermano de
Accattone). Pero como autor y como ciudadano italiano, en la película yo no expresaba
ningún juicio negativo sobre los personajes de la mala vida: todos sus defectos
me parecían defectos humanos, perdonables, además de estar del todo
justificados socialmente.
Eran,
como dije, los defectos de unos hombres que obedecen a una escala de valores absolutamente
“propia” y “diferente” de la burguesa. En substancia, son personajes
enormemente simpáticos; es difícil imaginar gente tan simpática (más allá de
los sentimentalismos burgueses) como la del mundo de Accatone, es decir de la cultura subproletaria y proletaria de
Roma hasta hace unos diez años. El genocidio ha borrado para siempre a estos
personajes de la faz de la tierra. En su lugar están esos “sustitutos” suyos que,
como ya tuve ocasión de señalar, son, por el contrario, los personajes más
odiosos del mundo.
(Fragmento
de Mi Accattone en televisión después
del genocidio, publicado el 8 de octubre de 1975
en Il Corriere della Sera.
Está incluido en Lettere luterane. Hay
edición en castellano: Cartas luteranas,
Madrid, Trotta, 1997. La traducción es de Josep Torrell, Antonio Giménez Merino
y Juan Ramón Capella)
Amores
Y...
mis
amores de pura sensualidadcomo un eco repetidos en los valles sagrados de la libido,
sádica, masoquista, los calzones
con la alforja tibia
donde está marcado el destino de un hombre
-son actos que llevo a cabo solo
inmerso en el mar maravillosamente agitado.
Poco
a poco los miles de sagrados gestos,
la
mano encima de la tibia hinchazón,los besos, cada día en una boca diferente,
cada vez más virgen,
cada vez más cercana al encanto de la especie,
a la norma que hace tiernos padres de los hijos,
poco a poco
se han convertido en monumentos de piedra
que a millares inundan de gente mi soledad.
(Fragmento
de Las bonitas banderas,
poema incluido en Poesía in forma de rosa
(1961-1964), Milán, Garzanti, 1964. Hay
traducción al castellano de Juan Antonio Méndez en Poesía
en forma
de rosa, Madrid, Visor, 1982)
Artista
Hay
que inventar nuevas técnicas que sean irreconocibles, que no se parezcan a
ninguna operación precedente. Para evitar así la puerilidad y el ridículo. Hay
que construirse un mundo propio con el que no haya comparaciones posibles. Para
el cual no existan medidas de juicio anteriores. Las medidas deben ser nuevas,
como la técnica. Ninguno debe entender que el autor no vale nada, que es un ser
anormal, inferior, que es como un gusano que se retuerce para sobrevivir.
Ninguno debe pescarlo en falta de ingenuidad. Todo debe presentarse como perfecto,
basado sobre reglas desconocidas y, por lo tanto, imposibles de juzgar. Como un loco: sí,
como un loco. Vidrio sobre vidrio, porque Pedro no es capaz de corregir, pero
ninguno debe advertirlo. Un trazo sobre un vidrio corrige, sin ensuciarlo, otro
trazo antes pintado sobre otro vidrio. Pero todos deberán creer que no es el
ardid de un incapaz, de un impotente, sino una decisión resuelta, impertérrita, altiva y
casi feroz: una técnica apenas inventada y ya insustituible. O bien celofán o
gasa pegados sobre vidrio, y el todo transparente sobre unos cuantos trazos
que, por casualidad, han salido bien sobre el cartón, después de mil ensayos penosos
y mil otros cartones desgarrados.
Nadie debe saber que un trazo sale bien por casualidad. Por casualidad, con temor: y que cuando un trazo, por milagro, sale bien, hay que protegerlo y cuidarlo como una reliquia. Pero nadie, nadie debe advertirlo. El autor es un pobre idiota tembloroso. Un desecho. Vive en el azar y el riesgo, avergonzado como un niño. Ha reducido su vida a la absurda melancolía de quien vive degradado por la impresión de algo perdido para siempre.
(Fragmento
de Vocación y técnicas,
noveno capítulo de la segunda parte de Teorema el
libro que Pasolini escribió poco antes de rodar la película homónima en 1968.
Hay traducción castellana de Enrique Pezzoni en Teorema,
Buenos Aires, Sudamericana, 1970)
[B]
Bergman
Considero
a Bergman un gran director y aunque me es muy lejano lo comprendo y lo aprecio sin
dificultad alguna. Sus personajes femeninos, de glúteos, senos, y curvas
monumentales y al mismo tiempo débiles -como elefantes heridos que buscan
desorientados su cementerio- me son, en teoría extraños y en la práctica me
tienen fascinado. Nattvardsgästerna es uno de los filmes más hermosos de la historia del
cine. Viskingar och rop señala en cambio, una impredecible involución en la
historia estilística de Bergman. Es más, es una verdadera y auténtica
degradación de sus temas y de sus instrumentos expresivos. La cultura de
Bergman sería estrechamente cinematográfica si no fuese también teatral, la
cultura que la sustenta es de carácter supongo, teosófico y esotérico, según la
tradición escandinava (pienso sobre todo en Strindberg).
Pero
la cultura, la cultura verdadera y propia, sin calificaciones, aparece en
Bergman más bien limitada. Ya en Persona
y en Riten, Bergman había asumido de forma acrítica en el propio mundo
estilístico, formas no propias, sino difundidas por una circulación cultural
‘especialista’ y pronto reducida a esquemas, a aproximaciones, a reglas
terrorísticas. En Persona hay rasgos de montaje de Godard y también algunos de sus
manierismos ‘profílmicos’ (la cámara en campo, por ejemplo). A pesar de esto, Persona es un filme espléndido, prácticamente desmaterializado,
una ceremonia visual y ‘misteriosa’, extremadamente ligera.
En
Riten la moda del capítulo cinematográfico godardiano es ya
menos relevante: resta la exasperación del tiempo de los encuadres, la desnudez
de los fondos. Pero se trata ahora de un intercambio normal de experiencias
entre autores que operan en el mismo mundo. Riten
es efectivamente bergmaniano de
modo inconfundible.
(Fragmento
de Viskingar och rop -Gritos y
susurros, 1973- crítica del filme de
Bergman aparecida en la edición de enero de 1974 de Playboy.
Nattvardsgästerna es
el título original de Los comulgantes,
1963 y Riten, el
de El rito,
1969. El artículo está incluido en I film degli altri,
Roma, Ugo Guanda, 1996,. Hay traducción al castellano de Carmen Gallego Cruz en
Las películas
de los otros, Barcelona, Prensa Ibérica, 1999)
Burguesía
Otra
cosa que quería decir en calidad de prólogo a esta serie de colaboraciones es
lo que sigue: a menudo hablaré con violencia contra la burguesía: más aún, será
éste el tema axial de mi palabra semanal. Y sé muy bien que el lector quedará
‘desconcertado’ (¿se dice así?) ante esta virulencia; pues bien: todo quedará
claro cuando especifique que por burguesía no entiendo tanto una clase social
cuanto una verdadera y precisa enfermedad. Una enfermedad altamente contagiosa:
tanto es así que ha contagiado a casi todos los que la combaten: desde los
obreros del norte hasta los trabajadores que han emigrado del sur, los
burgueses de la ‘oposición’ y los ‘solitarios’ (como es mi caso). El burgués
-digámoslo en son de broma- es un vampiro que no descansa mientras no muerde el
cuello de su víctima por el puro, natural y simple placer de ver cómo palidece,
se pone triste, se deforma, pierde vitalidad, se retuerce, se corrompe, se
asusta, se anega en sentimientos de culpa, se vuelve calculadora, agresiva, terrorista,
igual que él.
¡Cuántos
obreros, cuántos intelectuales, cuántos estudiantes han sido mordidos de noche
por el vampiro y sin darse cuenta se están convirtiendo en vampiros a su vez!
Ha
llegado pues el momento en que no basta con reconocer a la burguesía como clase
social, sino como enfermedad: reconocerla ahora como clase social es además
ideológica y políticamente falso (aunque se haga con los instrumentos del más
puro e inteligente marxismo-leninismo).
De hecho la historia de la burguesía -en virtud de una civilización tecnológica
que ni Marx ni Lenin pudieron prever- está lista ya, si lo miramos bien, para coincidir
con la universal historia del mundo. Esto ¿es bueno o malo? Ni lo uno ni lo
otro, creo yo; no quiero emitir oráculos. Es sencillamente un hecho. Pero
pienso que es necesario tomar conciencia del mal burgués para intervenir con
eficacia contra él y contribuir a que sea un poco más positivo que negativo.
Desde
mi soledad de ciudadano, pues, procuraré analizar a esta burguesía como enfermedad dondequiera que se encuentre: es decir, hoy más o menos
en todas partes (una forma ‘astuta’
de decir que el ‘sistema’ burgués
está en condiciones de asimilar todas las contradicciones, aunque es él mismo quien crea esas contradicciones, como
dice Lukács, para sobrevivir superándose). Síntoma seguro de la presencia del mal
burgués es precisamente el terrorismo,
moral e ideológico: también en sus
formas ingenuas (por ejemplo, entre los estudiantes).
(Fragmento
de Preámbulo, texto
que inaugura las colaboraciones de Pasolini con el semanario Tempo,
publicado el 6 de agosto de 1968. Está recopilado en Il
caos, Roma, Riuniti, 1980. Hay traducción
al castellano de Antonio-Prometeo Moya: El
caos. Contra el terror, Barcelona, Crítica, 1981)
[C]
“Cine de poesía”
El
“cine de poesía” -tal y como se presenta a algunos años de su nacimiento- por
consiguiente, tiene en común la característica de producir filmes de doble
naturaleza. El filme que se ve y se acepta normalmente es una “subjetiva libre
indirecta”, a veces irregular y aproximativa –muy libre, a fin de cuentas:
debido al hecho de que el autor se vale del “estado de ánimo psicológico
dominante en el filme” que es el de un protagonista enfermo, anormal, para
hacer de él una continua mimesis- que le permite mucha libertad estilística anómala y
provocadora. Bajo este filme, transcurre otro filme- el que el autor habría
hecho incluso sin el pretexto de la mimesis
visiva de su protagonista: un filme
totalmente y libremente de carácter expresivo-expresionista. Índices de la
presentación de este filme subterráneo sin hacer, son, justamente, como hemos
visto en los análisis detallados, los encuadres y los ritmos de montaje obsesivos.
Esta obsesividad no sólo contradice la norma del habitual lenguaje
cinematográfico, sino la misma reglamentación interna del film en cuanta
subjetiva libre indirecta. Es decir, en el momento en que el lenguaje,
siguiendo una inspiración diversa y frecuentemente más auténtica, se libera de
la función y se presenta como “lenguaje en sí mismo”, estilo. El “cine de poesía”
está en realidad, por consiguiente, profundamente basado en el ejercicio del
estilo como inspiración, en la mayor parte de los casos, sinceramente poética:
capaz de suprimir cualquier sospecha de mixtificación a la pretextualidad del
completo de la “subjetiva indirecta”.
¿Qué
significa todo esto? Significa que se está formando una tradición
técnico-estilística común: es decir una lengua del cine de poesía. Tal lengua
tiende de momento a presentarse como diacrónica respecto a la lengua de la
narrativa cinematográfica: diacrónica que parece destinada a acentuarse cada
vez más como ocurre en los sistemas literarios. Esta naciente tradición
técnico-estilística se basa en el conjunto de los estilemas cinematográficos,
que se han formado tan naturalmente, en función de los excesos psicológicos
anómalos de los protagonistas elegidos pretextualmente: o mejor en función de
una visión sustancialmente formalista del mundo del autor (informal en Antonioni,
elegíaca en Bertolucci, tecnicista en Godard, etcétera). Expresar esta visión
interior reclama necesariamente una lengua especial, con sus estilismos y sus
tecnicismos inherentes a la inspiración, que, al ser fundamentalmente formalista,
tiene en ellos simultáneamente su instrumento y su objeto.
(Fragmento
de una intervención concretada en la 1ª. edición de la Mostra
Internazionale del Nuovo Cinema, Pesaro,
año 1965. Reproducida en Pier Paolo Pasolini contra Eric
Rohmer. Cine de poesía contra cine de prosa.
Barcelona, Anagrama, 1970. La traducción es de Joaquín Jordá)
Coetáneos
Tras
el lenguaje pedagógico de las cosas, que tanta y tan decisiva influencia ha
tenido en hacerte como eres, pasamos al lenguaje pedagógico de tus coetáneos,
los cuales, en este momento de tu vida (quince años), son tus educadores más
importantes. Ellos desautorizan ante tus ojos tanto a la familia como a la
escuela. Convierten a padres y maestros en sombras balbuceantes. Y para
conseguirlo no necesitan hacer grandes esfuerzos. Por el contrario, ni son
conscientes de ello. Para destruir el valor de cualquier otra fuente educativa
les basta con estar ahí; con estar ahí tal como son.
Tienen
en sus manos un arma poderosísima: la intimidación y el chantaje. Cosa, esta
última, tan vieja como el mundo. El conformismo de los adultos se encuentra
entre los muchachos ya maduro, feroz y completo. Saben refinadamente cómo hacer sufrir a los de su edad; y lo hacen mucho
mejor que los adultos porque su voluntad de hacer sufrir es gratuita: es
violencia en estado puro. Consideran esa voluntad como un derecho suyo. Afecta
a toda su vitalidad intacta, y también, naturalmente, a su inocencia. Su
presión pedagógica sobre ti no conoce persuasión ni comprensión, ni forma
alguna de piedad o de humanidad. Sólo en el momento en que tus compañeros se
convierten en amigos muestran quizá persuasión, comprensión piedad y humanidad;
pero los amigos son, como mucho, cuatro o cinco. Los demás son lobos y te
emplean como cobaya sobre la que experimentar su violencia y con la que
confirmar la bondad de su conformismo.
Su
conformismo ha cobrado peso a partir del mundo de los adultos. El esquema es el
mismo. No obstante, ellos tienen siempre algo nuevo, en relación con los
adultos. Ellos viven existencialmente valores nuevos en comparación con los
vividos y codificados por los adultos. Su fuerza consiste en esto. A través de
algo nuevo, ellos, con su modo de ser y de comportarse (puesto que se trata de
algo puramente ‘vivido’) vuelve vacuo el conformismo pedagógico de los adultos
y se imponen como los auténticos maestros ir tratado unos de otros. Su
‘novedad’ no dicha, y ni siquiera pensada, sino sólo vivida, al más allá del mundo de los adultos, lo pone en cuestión incluso
cuando lo acepta totalmente (como ocurre en las sociedades represivas o francamente
fascistas).
(Fragmento
de Los muchachos son conformistas dos
veces texto publicado en el semanario Il
Mondo el 15 de mayo de 1975. Junto a
otros forma parte de un proyecto que Pasolini no
completó. Se trata de un tratado pedagógico dirigido a
un joven napolitano, 15 años, nacido de
su imaginación. Está incluido en Lettere luterane.
Hay edición en castellano: Cartas luteranas,
Madrid, Trotta, 1997. La traducción es de Josep Torrell, Antonio Giménez Merino
y Juan Ramón Capella)
Crítica cinematográfica
Practicar
la crítica, aunque no sea en un lugar precisamente crítico, como puede ser la resención
de una película en un semanario, es siempre una operación compleja, aunque
luego allí se simplifique, aunque luego allí se convierta en una menudencia.
Implica siempre esta crítica, por parte de quien emite un juicio, un completo
sistema ideológico, sea éste consciente y racional o inconsciente e intuitivo.
La mayor parte de aquellos a los que podría llamar como neocolegas pertenecen
al segundo tipo del sistema ideológico. Viven precisamente en el centro real
del mundo que produce los titulares de lo que escriben y aceptan además las
instituciones, todas las instituciones, y como mucho operan en las supraestructuras,
en una especie de oposición moralístico-estética.
(Fragmento
de la crítica de Pillow talk (Michael
Gordon, 1959), publicada el 2 de febrero de 1960 en Il
Reporter. Forma parte del libro I
film degli altri, Roma, Ugo Guanda Editores, 1996. Hay
traducción castellana a cargo de Carmen Gallego Cruz; Barcelona, Prensa
Ibérica, 1999)
EMILIO TOIBERO.
EMILIO TOIBERO.
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