sábado, 31 de mayo de 2014

La mínima distancia, de Florencia Castagnani.

Durante su inspección a una obra en construcción, un arquitecto tropieza y cae, quedando inmovilizado por una varilla de hierro que atraviesa su torso. Un niño, desde una ventana próxima, ve su cuerpo pero nada hace por ayudarlo. Un ave de rapiña, ¿real o alucinada?, se abalanza sobre el accidentado que muere en el crepúsculo. Poco más se puede contar de “La mínima distancia” que en apenas once minutos arroja una mirada, escéptica y desencantada, sobre la ausencia de solidaridad en estos tiempos que atravesamos, practicando un distanciamiento que rehuye cualquiera de las formas del sentimentalismo, al que el tema era tan proclive.

Dije ‘mirada’ entendiendo que ésta, en el cine, es el resultado de las elecciones que se realizan en el momento en que el autor decide cómo narrar. Puede advertirse, en primer término, una intención de sobriedad que es una marca del cine clásico: en ningún momento se especula con el suspenso, con el manar de la sangre o con el golpe de efecto: esto es particularmente notable en los pocos, y muy eficaces, planos en los que se representa el accidente. Esa intención se advierte, asimismo, en el escaso comentario musical, en la mesura expresiva con que están marcados los actores o en la imprevisible irrupción del ave de rapiña en la diégesis, con ese plano detalle de uno de sus ojos que funciona como un desliz hacia lo fantástico, que contrasta con el seco realismo del resto del relato.

La cámara está siempre en función de hacer avanzar la historia, sea a través de seguir las acciones de los personajes o estableciendo contrapuntos como el del barco atravesando el río, lo que vuelve a demostrar la filiación clásica de Castagnani, y a partir de ese planteo es que aparecen movimientos tan inspirados como un travelling hacia delante por un cuarto que concluye sobre las espaldas del niño, siempre impasible, que mira por la ventana, donde el espectador es situado como otro fisgón. O aquel que abre el film, una panorámica hecha desde una grúa sobre una calle en que dos conductores de automóviles tienen un altercado y en el que uno dispara sobre el otro, que concluye en la obra en construcción, como anticipando lo que seguirá.


                Ficha técnica + Bio:



“La mínima distancia”
Rosario, 2000.
Duración: 11m.
Dirección, producción y montaje: Florencia Castagnani
Guión: Oscar Montaña, Florencia Castagnani
Dirección de fotografía: Alejandro Pereyra
Asistente de fotografía: Claudio Perrin
Cámara: José Orge
Asistente de cámara: Sergio Bulivacich
Sonido: Ernesto Figge
Música: Aldana Moriconi (voz y piano), Marisú Aguilera (bajo), Verónica Debiazzi (saxo), Omar Pogonza (batería)
Con Miguel Franchi, Joaquín Palomino y Ernesto Figge

El film ha obtenido los siguientes premios:
Mención especial en la Competencia Oficial Cine en el IV Festival Internacional de Escuelas de Cine organizado por la Universidad del Cine, Buenos Aires, julio 2000.
Mejor video rosarino en el VII Festival Latinoamericano de Video, Rosario, Septiembre de 2000.
Mención Especial del jurado en el 18° Concurso Nacional de Video Independiente, Cipolletti, Octubre 2000
Y ha sido seleccionado para:
Jornadas de Cine y Video Independiente de UNCIPAR, Villa Gesell, Abril 2000
Festival Itinerante de cortometrajes Sueños Cortos 2, Buenos Aires, agosto 2000.
Certamen de Cine y Video de Santa Fe, Septiembre 2000
Muestra Competitiva Nuevos Cortos, Buenos Aires, Diciembre 2000

Florencia Castagnani egresó de la EPCTV, Rosario, con “La mínima distancia”, su trabajo de tesis. Ha realizado otros cortometrajes para la escuela y participado en trabajos de compañeros desempeñando distintos roles. Es estudiante avanzada del Profesorado en Letras de la Facultad de Humanidades y Artes de la UNR y está encargada del área Cine y Video del Centro Berni Arte Contemporáneo, dependiente de la UNR.

 

EMILIO TOIBERO.

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