martes, 3 de junio de 2014

Chungking Express, de Wong Kar-Wai



Chungking Express (1994), título inglés del cuarto largometraje de Kar-wai, pensado, rodado, montado y estrenado en tres meses mientras se resolvían los complicados problemas de post–producción de Ashes of Time, designa en su título un espacio inexistente en la diégesis, compuesto por la primera y la segunda palabra, respectivamente, de los nombres de dos locaciones esenciales en el film: por un lado las Chunking Mansions, una extraña mixtura de shopping, galerías, pensión pero también hotel que se confunden en el mismo lugar atravesados por algo que semeja un laberinto y, por el otro, el Midnight Express, un local de comida ligera y café al paso. Esta localización fantasma puede leerse como un eco de las parejas que no pueden concretarse y que son como fantasmas que rondan las historias de los dos episodios sucesivos que constituyen el film: el primero con atmósferas que remiten, de nuevo, al film–noir, el segundo próximo a la comedia romántica, en los que dos policías solitarios que son el revés de los que proponen las ficciones del cine industrial de Hong Kong, hombres simples que acaban de ser abandonados por sus parejas, aguantan como pueden su soledad. Antes y después del arquetípico boy meets girl aparecen más preocupados por sus cuestiones sentimentales que por el ejercicio de su profesión.


La primera historia aparece enmarcada por dos voces over de su protagonista masculino. La primera vez dice, comenzando a oírselo mientras se ven imágenes, nocturnas y urbanas, de Kowloon: “Nos frotamos los hombros cada día. Tal vez no nos conocemos, pero algún día seremos buenos amigos, Me llamo He Zhiwu, soy policía. Mi placa es N° 233”. Después, al cruzarse con una mujer con piloto, peluca rubia y anteojos ahumados, que a su vez también carga con un fracaso amoroso, seguirá: “En el momento más cercano de nuestra intimidad estábamos a 0.01cm de distancia. Cincuenta y siete horas después, me enamoré de esa mujer”. El episodio se cierra con He Zhiwu, tan solo como al principio, acercándose al Midnight Express y a Faye, la camarera, mientras dice “En el punto más cercano de nuestra intimidad estuvimos separados por 0,01 cm. No sabía nada de ella. Seis horas después se enamoró de otro hombre”. Como si para He Zhiwu hubiera un límite, representado por ese 0,01cm, que no puede traspasar y que, fatalmente, lo vuelve a conducir sólo a sí mismo. Pero su fracaso todavía admite explicaciones, la innominada contrabandista de drogas que viste con una peluca rubia, impermeable y lentes ahumados es imposible para él, ambos pertenecen a diferentes lugares sociales, como Wah y Ngor o Yuddi y Su Lizhen, desde los que no pueden pegar un salto para intentar una unión.

Pero en la otra historia, la segunda, no aparece razón alguna para que Faye y el policía 633, que también carece de nombre, ausencias que están indicando algo sobre identidades y relaciones en la década pasada y en una gran urbe, no consoliden pareja. Ella está enganchada con él desde que lo conoce: consigue una llave de su departamento y se lo renueva, mientras él no lo advierte ocupado en la elaboración de su interminable duelo por la azafata que lo dejó. Cuando, al fin, se da cuenta del sentimiento de ella, el 633 arma una cita con Faye. Pero ella en vez de ir al bar California, sitio acordado, toma un avión para el estado homónimo en EEUU. Cuando al año regresa, encuentra que 633 ya no es tal, sino un civil que ha comprado el Midnight Express y ha dejado mojar la tarjeta de embarque que ella le había dejado, junto a su mensaje de despedida, para ese día. Bastante tiempo atrás en la historia, cuando, como Wah y Ngor en la Isla Lantau de As Tears Go By, caminaban juntos llevando él la carga que debía llevar ella, el 633 le había preguntado:”¿Qué te gusta?” a lo que Faye había respondido : “Nunca lo pensé. Te diré cuando lo averigüe.” Esa respuesta parece no haberla todavía encontrado Faye a su regreso, en el que ha cambiado su aspecto andrógino que hizo que He Qiwu la confundiera con un hombre por un aire más femenino apto para su nuevo trabajo de azafata: una profesión que, literalmente, provoca mujeres inasibles. El final dista mucho de ser feliz tal como la comedia romántica lo exige. No se prodigan un beso ni tan siquiera un abrazo. Ella promete hacerle una tarjeta de embarque nueva y le pregunta: “¿Adónde quieres ir?. Él responde: “Adonde quieras llevarme.” Pero esa tarjeta de embarque no es la que sirve para acceder a un avión sino tan sólo un papel escrito que carece de toda validez: nuevamente se enredan en un juego que carece de toda posibilidad de concreción. Se aman, ¿quién lo duda?, pero no pueden estar juntos. ¿Por qué? ¿Es que acaso la soledad es el estado natural e inmodificable de las criaturas de Kar-wai: hombres y mujeres alejados de cualquier pretensión intelectual atravesados por dos preocupaciones: procurarse el dinero para sobrevivir y encontrar el amor que siempre les resulta esquivo?

Rodada enteramente con cámara en mano, lo que le otorga una movilidad que da lugar a un engañoso aire de aparente liviandad, Chungking Express permite constatar cómo funciona la cita en el universo fílmico de Kar-wai, nunca a través de la palabra o de afiches o de marquesinas, siempre a través de la puesta en escena. La mujer con la peluca rubia del primer episodio es un doble de la protagonista de Gloria (John Cassavetes, 1980); el maquillaje y el corte de pelo de la primera Faye son los de la Naná godardiana; el encuentro final en el Midnight Express remozado recuerda al que se producía en la blanca estación de servicio cerrando así Les Parapluies de Cherbourg (Jacques Demy, 1964), a la que también evoca en el tratamiento del color en el segundo episodio. Por su parte, el azar como elemento que conduce a los personajes por senderos que ellos no preveían remite a la obra entera del gran cineasta de Nantes.

Suerte de meditación sobre las relaciones amorosas, o mejor: sobre su imposibilidad, en el marco de los usos y costumbres de una gran ciudad en tiempos cercanos al fin de siglo, Chungking Express también vuelve evidente la intención de su autor de que la película sea explícitamente tomada como una construcción y no como un universo ficcional semejante a la vida. Por ejemplo, aunque el aspecto con el que suele presentarse en sus recitales la cantante Faye Wong nada tiene que ver con el de su personaje, que sí lleva su nombre, en la banda sonora se incluye dos veces uno de sus hits más celebrados: cuando limpia y redecora la casa del 633 y en los títulos finales marcando así, al menos para el espectador de aquellas latitudes, que está viendo a la estrella pop haciendo de moza de un bar al paso.

Siendo este film, de una sorprendente libertad en su armado, el más vital y el menos melancólico de la filmografía de Kar-wai, no por eso propone una visión esperanzada. Porque nos recuerda, insistentemente, el carácter efímero de todo aquello que nos sucede. Como dice la voz over de He Zhiwu, el policía que no nació en Hong Kong como Kar-wai: “En algún lugar todo viene con fecha de vencimiento. El pez espada se vence. La salsa de carne vence. Hasta el papel vence. Me pregunto si hay algo que no se venza”. Es 1994, el relato está abundantemente fechado, y faltan tres años para que Hong Kong deje de ser colonia del Reino Unido para pasar a ser Región Administrativa Especial de la República Popular China.

Ficha técnica:

Chungking Express (en cantonés: Chunghing Samlam; en mandarín: Chongqing Senlin)
Hong Kong, 1994.
Cantonés y mandarín, color, 97m.
Dirección y guión: Wong Kar-wai.
Intérpretes: Brigitte Lin (Mujer con peluca rubia), Tony Leung Chiu Wai (policía 633), Faye Wang (Faye), Takeshi Kaneshiro (He Zhiwu, policía 233), Valerie Chow (azafata), Chen Jinquan (dueño del “Midnight Express”), Guan Lina (Richard), Huang Zhiming (hombre), Liang Zhen (la segunda May), Zuo Songshen (hombre).
Fotografía: Christopher Doyle, Lau Wai–Keung.
Montaje: William Chang, Hai Kit–Wai, Kwon Chi–Leung.
Música: Frankie Chan, Roel A. García.
Dirección artística y vestuario: William Chang.
Productores: Chan Pui–Wah, Chan Yi–Kan.
Compañía productora: Jet Tone Production Co.
Premios en Hong Kong: mejor película, mejor director, mejor actor (Tony Leung Chiu Wai), mejor montaje.
Nominaciones: mejor guión, mejor actriz (Faye Wong), mejor dirección artística, mejor fotografía, mejor música original, mejor actriz secundaria (Valerie Chow).
Nominada en la categoría “mejor film extranjero” en los Independant Spirit Awards.
Faye Wong fue considerada mejor actriz en el Festival de Cine de Estocolmo.
No estrenada en salas cinematográficas pero sí editada en video en Argentina.
Film presentado en el 5° Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires, abril de 2003.


EMILIO TOIBERO.

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