martes, 3 de junio de 2014

Desesperación, de R. W. Fassbinder



Yo es Otro.


No sólo comparten la localización diegética la mayor parte de Desesperación y Berlin Alexanderplatz (1979), sino que ambas transcurren en momentos históricos casi idénticos: la primera en 1930, la segunda en los últimos tramos de la década anterior. Pero, además, el lazo que en ésta une a Hermann Hermann, un adinerado emigrado ruso, con Felix Weber, un itinerante desocupado, anticipa, en más de un sentido, al que encadenará a Franz Biberkopf con Reinhold en la transposición de la novela de Alfred Döblin. Son relaciones donde las identidades, literalmente en esta adaptación de una novela homónima de Vladimir Nabokov, tienden a confundirse y donde la sexualidad aparece tan disimulada como determinante.


Hermann Hermann ya no resiste su rutina: ni su trabajo como dueño de una fábrica de chocolate ni su matrimonio con la rotunda Lydia, tan abundante en carnes como escasa en inteligencia. Por otra parte el contexto no lo ayuda, la conflictiva Alemania deudora de las naciones triunfantes en la Gran Guerra y los ecos del reciente crack de Wall Street le hacen ver con temor el futuro de su industria. Es entonces que comienza a ver, en lugares tan diferentes como un cine o su alcoba, a un doble que lo mira vivir una cotidianeidad exasperada a la que Ardalion, un primo artista plástico de su esposa, casi seguramente su amante, contribuye con los gestos de su bohemia decadente. El acoso familiar de Hermann está visualmente expresado, yendo aún más allá que en uno de los films que rodó el año anterior a éste: Ruleta china (1976), a través de planos sobrecargados de objetos y travellings circulares que aprisionan a los personajes, insólitos puntos de cámara que podrían pensarse como correspondientes a distintas ubicaciones de ese doble que mira al protagonista y una particular desorientación espacial provocada desde el montaje, como ocurre en la imperceptible transición (en principio dado que en ambos lugares hay un árbol de Navidad desplegado) entre el interior de la casa de los Hermann y el restaurante, donde la pareja y Ardalion continúan el diálogo iniciado en la mansión familiar. La amenaza social estalla en los planos anteriores al momento en que Hermann vacila en depositar en un buzón una carta para Felix: un grupo de militantes nacional-socialistas rompe las vidrieras de un negocio mientras el industrial, sentado en la vereda de un café, los observa aparentemente impasible pero registrado en un plano inclinado que delata su desacomodo. Como dice la canción que abre Lola (1981), la cuadragésimo segunda película de Fassbinder, “llegará el día en que uno se querrá ir al extranjero, donde uno vive todo se empequeñece”. Y algo de esto le sucede a Hermann.

En un cine al que concurre junto con Lydia y Ardalion, Hermann ve una película sobre dos gemelos: uno policía y el otro delincuente. El último se hace pasar por el primero para escapar. Ambos están interpretados por un actor que asimismo presta su cuerpo a un obrero de la fábrica, al que Hermann le dice haber visto en el cine. Aquél lo niega. Pero esa existencia del mismo hombre en dos niveles de ficción es el estímulo que Hermann necesita para trazar el plan que, de acuerdo a su fantasía, le permitirá escapar. Sin embargo, tiene una falla fundamental de la que no puede darse cuenta, lo cual, en cierta medida, habla de sus dificultades para conectarse con la realidad. Como está convencido de que Felix puede ser su doble, lo que las imágenes desmienten desde el primer encuentro de los dos, cree que matándolo a él lo darán por muerto. Esta imposibilidad de ver las diferencias físicas que tiene con Felix, se sustenta en las similitudes no físicas que imagina. En ese lazo, para él evidente, que los relaciona. En esa certeza, nunca puesta en tela de juicio, de que “Yo es Otro”. Poco antes de dispararle a Felix, imagina su futuro y allí se ve en Suiza, reencontrándose con Lidia, ya con el aspecto físico de su inminente víctima. Fassbinder somete a su espectador a la incomodidad de asistir al desequilibrio de Hermann sin intentar explicarlo, pero sin dejar de señalar que todos los otros personajes, sin excepción, cargan sobre sí perturbaciones varias. Nadie, al menos a juzgar por sus conductas, puede señalarlo. Como si en tiempos de crisis las estadísticas hicieran que la normalidad fuera otra.

En el final Hermann es detenido en Suiza. Mientras baja por la escalera exterior de una posada donde se aloja, caminando entre policías, aquello que va diciendo y hasta sus movimientos remiten a aquel otro descenso de Norma Desmond en Sunset Boulevard. Hermann se cree actuando en una película y le habla a la cámara, como el actor que lo interpreta. ¿No será que Desesperación es un film sobre los artistas y lo que implica su trabajo, riesgos incluidos? La dedicatoria permitiría sospecharlo.

Lo que es seguro es que pese a haber sido rodada en inglés, sobre un guión ajeno y con actores internacionales a la cabeza del reparto, es tan personal, compleja y altiva como cualquier otro Fassbinder.


Ficha técnica:

Desesperación (Despair - Eine Reise ins Licht)
Alemania Federal /Francia, 1977.
Inglés, eastmancolor, 119m.
Dirección: Rainer Werner Fassbinder.
Intérpretes: Dirk Bogarde (Hermann Hermann), Andréa Férreol (Lydia Hermann), Klaus Löwitsch (Felix), Volker Spengler (Ardalion), Peter Kern (Müller), Alexander Allerson (Mayer), Gottfried John (Perebrodov), Hark Bohm (Doctor), Bernhard Wicki (Orlovius), Ingrid Caven (recepcionista de hotel), Gitty Djamal (Mujer en la pensión), Roger Fritz (Inspector Braun), Voli Geiler (Señora), Adrian Hoven (Inspector Schelling), Y Sa Lo (Elsie), Armin Meir (Gemelo delincuente y Gemelo policía, Obrero), Lilo Pempeit (Secretaria), Hans Zander (Hermano de Müller).
Guión: Tom Stoppard sobre la novela Despair, de Vladimir Nabokov.
Fotografía: Michael Ballhaus.
Montaje: Juliane Lorenz, Franz Walsch (RWF).
Música: Peer Raben.
Sonido: James Willis,
Diseño de producción: Rolf Zehetbauer.
Diseño de vestuario: Dagmar Schauberger.
Asistentes del director: Harry Baer, Stefan Zürcher.
Productor: Peter Märthesheimer.
Compañías productoras: Bavaria, NF Geria Filmgesellschaft GmbH, Société Française de Production.
“Dedicada a Antonin Artaud, Vincent Van Gogh y Unica Zürn”
Rodada de abril a junio de 1977.
Estreno: 19 de mayo de 1978, Festival de Cannes.
Selección Oficial Cannes ‘78; Mejor Dirección, Mejor Fotografía y Mejor Diseño de Producción en los German Films Awards ‘78.

EMILIO TOIBERO.

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