miércoles, 4 de junio de 2014

H.I.J.O.S. El alma en dos, de C. Guarini y M. Céspedes



Otras voces, otros jóvenes


A diferencia del recorte de los jóvenes que practica el cine mainstream y que, casi excluyentemente, los muestra absorbidos por problemas o bien del sexo o bien del corazón o bien de esa abstracción mayor que es la familia, H.I.J.O.S., el alma en dos se detiene a mostrarlos en trabajos concretos: entre otros, arreglar una casa, construir pancartas, redactar un comunicado o un estribillo para cantar en un escrache al militar retirado Basilio Benito Pertiné, en los tiempos en que todavía era hermano de la primera dama. Los jóvenes que integran la asociación Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio, por la mirada que sobre ellos arrojan Guarini y Céspedes, hacen una contestación de su cotidianeidad, que es la que empecinadamente los cineastas observan. No hay arrebatos épicos en esta película, así como tampoco calculados impactos para provocar las lágrimas, lo que debe agradecerse en el tratamiento de un tema tan delicado. Es en ese sentido ejemplar la visita al cementerio por parte de Silvina, una joven argentina que vive en París, que, acompañada por su tía va a visitar la tumba de su padre, víctima del autodenominado Proceso de Reorganización Nacional. Su mano acariciando la foto a un costado del nicho; la observación de que las flores no deben tapar la imagen de un hombre, que se adivina tan joven como su hija en la foto ya amarilla; la palabra “superpapá” para referirse al ausente, van tejiendo un clima tan íntimo que coloca al espectador en su habitualmente velada condición de intruso, impidiéndole cualquier catarsis que le permita liberarse de su responsabilidad.


La manera en que los directores han organizado su material consigue que lo documental se deslice gradualmente hacia lo narrativo, de manera similar a lo que ocurre en Fantasmas de Tánger, entre otras obras de Edgardo Cozarinsky. Partiendo de una situación coral en que cada uno va resumiendo su historia, el discurso elige centrarse, esencialmente, en tres mujeres jóvenes, pertenecientes a H.I.J.O.S., que cargarán sobre sus espaldas la mayor parte de la acción. Por un lado la ya nombrada Silvina, que ha regresado para reunir material para una tesis universitaria; después está esa joven de ojos claros, resistentes a desaparecer de la memoria, que trucando fotografías intenta reunir a su familia irremediablemente disuelta y a las de sus amigos –habría acá toda un costado que reflexiona sobre la imagen como posibilidad de elaborar aquello que la realidad cercena– y, por último, la otra joven que espera, obstinadamente, la aparición de un hermano que, probablemente, haya sido secuestrado cuando nació. Que sea ella la que, con una sonrisa, prácticamente cierre el film diciendo que quizás el martes, día siguiente a los dos feriados que siguen al día del rodaje, puede aparecer, implica una moderada nota de optimismo en un discurso que desecha cualquier triunfalismo y que antes que referirse al pasado, evocado a través de palabras, elige ver cómo éstas se dicen en el presente y qué actitudes las acompañan.

La apertura de H.I.J.O.S... es contundente con respecto a esta intención. Desde la calle vemos cámaras, hombres de prensa, público que se agolpa frente a un edificio. Dentro de él un juicio, el que se realiza a Alfredo Ignacio Astiz por aquella inolvidable declaración donde afirmó que era la persona indicada para acabar con políticos y periodistas. A sus espaldas, de improviso, un grupo de jóvenes rompe la mentirosa formalidad de la ceremonia: corean y gritan, lo agreden desenmascarándola. Obligados a abandonar el recinto, la cámara se va con ellos en una clara toma de posición. Lo que allí dicen los integrantes de H.I.J.O.S. va acompañado de una actitud que no es la habitual en las protestas, van junto con el desprejuicio y la bronca, la alegría.

Guarini y Céspedes han conseguido lo que es un mérito mayor y poco frecuente: un tono muy personal que se mantiene a todo lo largo del film, un ir y venir entre la melancolía, la tibia esperanza y la afirmación de la gente en un trabajo constante, que está a años de la luz del triunfalismo, la nostalgia o el oportunismo que se adueñan de tantas películas que intentan hablar del oscuro pasado y sus consecuencias en el no menos umbrío presente. Logran fotografiar algo que está oculto –una de las posibles acepciones de ‘escrache’– para una gran cantidad de espectadores: en este caso el decidido empeño de unos jóvenes. Por esto es imprescindible su visión.


 

Ficha técnica:

 

H.I.J.O.S. El alma en dos
Argentina, 2002.
Castellano/ francés, color, 80m.
Dirección: Carmen Guarini y Marcelo Céspedes.
Guión: Carmen Guarini.
Producción: Marcelo Céspedes y Carmen Guarini.
Fotografía: Carmen Guarini y Segundo Cerrato.
Montaje: Alejandra Almirón y Carmen Guarini.
Sonido: Alejandro Alonso y Cote Álvarez.

 

EMILIO TOIBERO.

No hay comentarios:

Publicar un comentario