La Mauvais sang del título, remite, por lo menos, a un virus, a un
poema y a un género cinematográfico.
El virus se llama “STRO” y ataca a “quienes hacen el amor sin amor”. Es
figura del SIDA y dos bandas se lo disputan. La que manda “La Americana” y la
que componen viejos, vagamente heroicos franceses que, tiempo atrás, ya
estuvieron juntos.
El poema se llama igual que el film. Es el más célebre de los que integran
Une saison en enfer. El fragmento citado en el epígrafe podría estar en la boca
de Alex, “Lengua Larga”, el joven que está en el centro de éste, el segundo
largometraje de Leos Carax. Da cuenta de su necesidad de recomenzar su vida.
Muerto su padre, quiere constituirse él mismo en su propio padre.
El género cinematográfico es el policial en su vertiente noir. Como el STRO,
sus suntuosos restos –que flotan entre tanta “mala sangre”: sangre mal
derramada– eran ferozmente disputados, en el tiempo del rodaje, por franceses
y estadounidenses.
2) ¿Es Mauvais sang un film de género? No lo es. Sólo en ciertas zonas de su
anécdota y en algunos de sus personajes resuenan ecos de un género, cuyos
lábiles suburbios habita el film.
3) Para pensar, y ejecutar, su mîse en scène, Carax convocó a la sombra de su
amigo, en ese entonces: interpretó a Edgard en King Lear, y antecedente –¿su
padre?–: Jean-Luc Godard. Abundan las citas que lo prueban. Dos bastan.
El personaje que encarna Juliette Binoche se llama Anna y su maquillaje así
como su corte de pelo evocan a la Naná que interpretaba la gran Karina en
Vivre sa vie.
La canción de Aznavour que Anna-Binoche mal canta junto a Marc y Hans, sobre
el auto y camino al avión, es el espejo de aquella otra que cantaba
Odile-Karina, entre Franz y Arthur, cuyo padre se apellida Rimbaud, en Band à
part, cuando en París había “un sabor a sangre en el aire” pero no estaba la
“mala sangre”.
Pero la identificación de Carax con Godard es más profunda, va más allá de la
cita. Ambos desprecian la verosimilitud, el cine que quiere simular ser la
vida. Carax prefiere el montaje antes que la cámara en movimiento; se regodea
con los colores puros; corta abruptamente los planos con fundidos a negro que
quiebran toda ilusión de continuidad; elige decorados de estudio; utiliza la
música como un protagonista más; ralentiza o acelera las escenas sin ninguna
justificación dramática; exige de sus actores interpretaciones antinaturales,
concediéndole igual importancia a lo gestual, lo verbal y lo corporal; vira
algunos planos al blanco y negro para acentuar el distanciamiento, para que
el espectador no olvide que está viendo cine.
4) El rock, el comic (Hugo Pratt es uno de los acompañantes de “La
Americana”), la ciencia-ficción (las sorprendentes mutaciones climáticas que
soporta el Paris ficcional debido a la cercanía del cometa Halley), la
historia del cine (la mágica irrupción de la madre, el bebé y la música de
Limelight) atraviesan el film, diseminan su anécdota, subrayan una posible
lectura metafórica, van sugiriendo una pregunta esencial que alimentaría a
las imágenes: ¿cómo filmar el tejido social francés de 1986 para que sea
‘visto’ y no ‘mirado’?
5) La pelea entre Marc y Alex ante Anna-Binoche permite observar cómo
funcionan en la práctica las elecciones estéticas de las que echa mano Carax.
El tiempo se acelera y desacelera convirtiendo a los luchadores en sombras,
mientras la cámara avanza hacia la mujer que tiene sobre sí toda la luz. La
banda sonora, mientras tanto, permite oír un fragmento de Romeo y Julieta, de
Serguei Prokofiev.
Toda emoción posible de ser suscitada por lo que está ocurriendo, queda así
eliminada. El posible interés del espectador debe desplazarse así hacia la
forma en que se “pone en escena” la situación.
6) La validez de un film puede medirse por la manera en que muestra una
situación que miles de películas anteriores ya han codificado.
En Mauvais sang el bautismo en paracaídas de Alex y Anna-Binoche no sólo
transmite el vértigo, el riesgo y la majestuosidad de la experiencia, sino
que una vez que éstos están puestos en evidencia, esa “primera vez” se
metaforiza en el “bautismo” de él en el amor.
7) La validez de un film puede medirse por la manera en que combina elementos
de uso corriente, de forma inesperada.
Durante un revelador diálogo con Anna-Binoche, Alex necesita expresar todo
aquello que bulle en su interior y que no puede traducir en palabras. Sale a
la calle, mientras en la banda sonora estalla «Modern Love», cantado por
David Bowie. Entonces salta, lucha con su sombra, gira sobre su cuerpo.
¿Video-clip? ¿Cine publicitario? No. Porque Carax registra este soliloquio
corporal en un larguísimo plano que encuadra a Alex, y lo sigue siempre, a la
misma distancia. Lo que importa es registrar, sin artilugios, una forma de
expresar una emoción.
8) La validez de un film puede medirse por la manera en que encuentra
soluciones a problemas no planteados hasta entonces en una película.
En el final de Mauvais sang, Anna-Binoche quiere huir de la sangre mal
derramada. Más aún: quiere volar, realizar en sí la fallida fuga de Alex. Con
la cara surcada por rastros de sangre, levanta sus brazos como si fueran alas
y comienza a correr por una pista de aterrizaje. La imagen comienza a
ralentizarse, llegando al borde del congelamiento. La cámara se mueve
epilépticamente. Detrás de ella aparecen unas nubes oscuras. Y el espectador
debe rendirse: Anna-Binoche vuela.
Ficha
técnica:
Mala
sangre [Mauvais sang]
Francia, 1986.
Francés, color y b/n, 115m (duración original).
Dirección: Leos Carax.
Intérpretes: Michel Piccoli (Marc), Juliette Binoche (Anna), Denis Lavant
(Alex, apodado “Lengua larga”), Hans Meyer (Hans), Julie Delpy (Lise),
Carroll Brooks (“La Americana”), Hugo Pratt (Boris), Mireille Perrier (La
joven madre), Serge Reggiani (Charlie), Jerome Zucca (Thomas), Paul Handford,
Charles Schmitt, Philippe Fretun, Thomas Peckre, Ralph Brown, Eric Wasberg.
Guión: Leos Carax.
Fotografía: Jean-Yves Escoffier.
Montaje: Nelly Quettier.
Sonido: Claude Hivernon, Harrik Maury, Henry Monelle, Joël Riant, Gérard
Rousseau (mixer).
Música no original: Charles Aznavour, David Bowie («Modern Love»), Benjamin
Britten, Sergei Prokofiev (Romeo y Julieta). Serge Reggiani.
Diseño de producción: Jacques Dubus, Thomas Peckre, Michel Vandestien.
Diseño de vestuario: Dominique Gregogna, Martine Métert, Robert Nardone.
Primer asistente del director: Antoine Beau.
Producción: Alain Dahan, Philippe Diaz.
Compañías productoras: France 3 Cinéma, Les Films du Plain Chant, Soprofilms,
Unité Trois.
Premios obtenidos: Premio Louis Delluc (1986), Festival Internacional de Cine
de Berlín (1987): Premio Alfred Bauer, Premio CICAE.
EMILIO
TOIBERO.
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